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Alberto Anaya “Mándaro”: el fotógrafo que hace del cine una emoción compartida

El nombre de Alberto Anaya, mejor conocido en el medio como “Mándaro”, es sinónimo de sensibilidad visual y experimentación técnica en el cine y la televisión mexicana. Su trayectoria lo ha llevado a trabajar en proyectos con enorme densidad emocional, a explorar el paso del celuloide al digital y a consolidarse como una de las miradas más inquietas detrás de la cámara.

Del ingeniero frustrado al cineasta apasionado

Curiosamente, el camino de Anaya hacia la cinematografía no fue directo. Tras concluir la preparatoria, se inclinó por estudiar ingeniería, una carrera que pronto descubrió no lo llenaba. La revelación llegó cuando un amigo le habló de la posibilidad de estudiar cine en el CCC (Centro de Capacitación Cinematográfica). Aunque entrar no fue fácil, logró hacerlo y allí encontró su verdadera vocación.

Inicialmente pensaba dedicarse a la dirección, pero la fotografía fija lo atrapó por completo. La posibilidad de recorrer las calles con una cámara, observar y capturar lo que estaba frente a él, se convirtió en un acto revelador. La influencia del maestro Janus Polom, fotógrafo polaco que lo motivó a pensar más allá de la técnica y a priorizar las ideas y los conceptos, marcó su visión de por vida: la fotografía no es sólo iluminar o encuadrar, sino tener ideas sobre cómo contar y cómo crear atmósferas.

La primera película y la apuesta digital

Su debut en cine llegó con Pachito Rex (ópera prima del CCC), una película experimental realizada en un momento clave: el tránsito del cine tradicional al digital. El proyecto fue arriesgado porque se filmó con cámaras de video convencionales, utilizando blue screens y green screens cuando aún no existían las herramientas digitales que hoy parecen imprescindibles.

En aquella época, muchos cuestionaban que el video pudiera competir con el celuloide. Pero Anaya vio en la inmediatez de lo digital una ventaja: la posibilidad de ver de inmediato lo que se filmaba. Esa apertura temprana a lo tecnológico lo convirtió en un pionero dentro de una generación que entendió que el cine no estaba limitado al negativo.

El fotógrafo y los actores: una relación íntima

Para Mándaro, la fotografía cinematográfica es un oficio que combina artesanía y arte. Como él mismo reconoce, tras el director, el fotógrafo es quien más cerca está de los actores y de la emoción en el set. La cámara se convierte en testigo privilegiado de los momentos más intensos, y esa cercanía lo hace partícipe de experiencias profundamente conmovedoras.

Relata, por ejemplo, una filmación en la serie Capadocia, donde la interpretación de la cantante Denise de Kalafe lo hizo llorar durante una escena. Ese instante de vulnerabilidad compartida con los actores lo reafirma en su convicción: el fotógrafo no sólo captura imágenes, también recibe la carga emocional más cruda y genuina del rodaje.

Cine y series: dos lenguajes distintos

Aunque ha trabajado en múltiples formatos, Anaya reconoce que el cine sigue siendo su espacio favorito. Allí encuentra la posibilidad de cuidar los detalles, de construir atmósferas visuales que dotan de una identidad única a cada proyecto.

En las series, en cambio, el ritmo es distinto: hay varios directores, múltiples visiones y menos tiempo. Sin embargo, también disfruta del reto de armonizar lenguajes. Su colaboración con Luis Estrada en Que viva México y en la serie Las muertas refleja esa búsqueda de equilibrio. En esta última, la cámara en constante movimiento y la atmósfera viva del set convirtieron a los espacios en un personaje más.

Sobre el uso del color, destaca la obsesión de Estrada por lo monocromático, al grado de eliminar por completo el verde en Que viva México. En Las muertas, en cambio, se permitió un universo más colorido, en el que cada espacio y cada flashback tiene una paleta distinta, aportando matices narrativos a la historia.

El origen de “Mándaro”

El apodo que lo acompaña desde la juventud nació como una ocurrencia escolar. De “Mandarín” —por sus ojos rasgados— pasó a “Mándaro”, un sobrenombre que terminó por convertirse en su identidad profesional. Hoy, más que un mote, es una marca personal que lo distingue en el medio cinematográfico.

Proyectos recientes y futuros

Tras el estreno de Las muertas, un proyecto largamente soñado por Luis Estrada, Anaya continúa consolidando su carrera. Próximamente estrenará la serie El dentista, en la plataforma VIX en Estados Unidos, y se prepara para nuevos rodajes el próximo año, aún bajo reserva.

Más allá de los estrenos y compromisos, lo que más celebra es haber acompañado a Estrada en la concreción de una obra que el cineasta llevaba décadas imaginando, y comprobar que el público conecta con ella. Para Mándaro, esa respuesta es el verdadero motor de su oficio: lograr que la emoción que él vive en el set también llegue al espectador.

Un fotógrafo que emociona y se emociona

Alberto Anaya, “Mándaro”, no sólo construye imágenes: construye emociones compartidas. Su trabajo en cine y televisión lo ha llevado a explorar atmósferas diversas, a experimentar con lo digital y a mantener siempre viva la relación íntima entre cámara y actor.

Alberto Anaya “Mándaro”: el fotógrafo que hace del cine una emoción compartida
Daniel Mumont 30 de septiembre de 2025
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