La franquicia Destino Final (Final Destination) comenzó en el año 2000 con una propuesta que inicialmente fue pensada como un episodio de la serie The X-Files. El guionista Jeffrey Reddick escribió un borrador inspirado en una historia real sobre una mujer que canceló su vuelo tras una advertencia interna y más tarde supo que el avión se había estrellado. La idea evolucionó, y con el respaldo del estudio New Line Cinema, se convirtió en una película que combinaba el suspenso sobrenatural con secuencias gráficas de muertes cuidadosamente coreografiadas.
La premisa básica de la saga se ha mantenido constante: un grupo de personas escapa de un evento catastrófico gracias a la premonición de uno de los protagonistas, pero la "muerte", como una fuerza ineludible, comienza a reclamar lo que considera suyo. Esta narrativa sin antagonista físico, donde la amenaza es invisible y omnipresente, ha sido una de las señas distintivas de la saga.
El éxito de Destino Final no se basa únicamente en su argumento, sino en su ejecución visual. Las escenas de muerte —construidas como una especie de rompecabezas mecánico donde una cadena de pequeños eventos conduce al desenlace— son parte fundamental del atractivo. Estas secuencias no solo generan tensión, sino que apelan a la curiosidad del espectador: el interés no está en si alguien morirá, sino en cómo ocurrirá, lo que convierte cada momento en una especie de acertijo visual.
Diversos analistas han señalado que este tipo de narrativa responde a un interés muy humano por la exploración de la fatalidad y la pérdida de control. A diferencia de otros filmes de terror donde los personajes pueden huir o defenderse de una amenaza física, en Destino Final nadie puede escapar de su turno. Esta inevitabilidad convierte a la saga en una reflexión, aunque estilizada, sobre la fragilidad de la vida cotidiana.
A lo largo de sus cinco películas anteriores (2000–2011), la saga acumuló una sólida base de seguidores y una taquilla global que justificó su continuidad. El regreso con una sexta entrega, titulada Destino Final: Lazos de Sangre, prevista para estrenarse el 16 de mayo de 2025, marca un nuevo capítulo después de catorce años sin estrenos.
La nueva película presenta a Stefani Reyes, una joven que comienza a tener visiones vinculadas a un accidente ocurrido en la década de 1960. La historia se conecta con su abuela, Iris, quien logró escapar de la muerte en su juventud. La película propone explorar por primera vez la idea de una herencia intergeneracional en el ciclo de las muertes, introduciendo nuevos elementos al universo de la saga.
En esta ocasión, la dirección corre a cargo de Zach Lipovsky y Adam B. Stein, mientras que Tony Todd regresa como William Bludworth, figura recurrente en la saga. Su personaje, aunque enigmático, suele representar un conocimiento más profundo de las reglas de la muerte dentro del universo ficticio.
Con esta sexta entrega, la franquicia parece buscar una expansión narrativa más allá de su estructura original, en la que sigue a Stefani Lewis, una joven atormentada por pesadillas sobre un accidente ocurrido en una torre durante la década de los 60. Poco después, descubre que estas visiones están conectadas con su abuela Iris, quien logró engañar a la muerte hace 50 años. Sin embargo, la muerte no olvida, y ahora persigue a sus descendientes para cerrar el ciclo fatal.
El próximo 15 de mayo llega a cines la nueva película de Warner Bros. Pictures: Destino final: lazos de sangre.
Destino Final: De una idea desechada a una saga cinematográfica con seis entregas