El cine mexicano no se entiende como una sola corriente, sino como un mosaico de historias, estilos y miradas que, a lo largo de décadas, han contado quiénes somos: nuestras luces, nuestras sombras, nuestras heridas y también nuestro sentido del humor. Entre las comedias familiares y el realismo brutal, entre lo poético y lo incómodo, hay películas que no solo narran historias, sino que construyen memoria colectiva.
En este recorrido, reunimos diez títulos que, desde diferentes épocas y sensibilidades, capturan algo esencial del espíritu mexicano.
El viaje de la Nonna(2007)
Una familia italo-mexicana decide montar un “viaje” a Italia… sin salir de México. En torno a la Nonna(Ana Ofelia Murguía), cuya memoria empieza a deshilacharse, Batan Silva arma una farsa tierna: calles disfrazadas, menús italianos improvisados, canciones que apuntalan recuerdos. La mentira piadosa funciona como ritual de cuidado: el artificio para proteger lo que de veras importa. El filme encuentra su emoción en la complicidad y en los detalles domésticos, más que en el trayecto, y ahí reside su encanto.
Fecha de caducidad (2011)
Humor negro con filo de navaja. Kenya Márquez construye un rompecabezas de perspectivas —soledad, deseo de pertenecer, pequeñas violencias cotidianas— que desemboca en una ironía amarga. La película mira a sus personajes con empatía, pero no los absuelve: la necesidad de ser vistos puede torcer destinos. Ópera prima de la directora, afinada en estructura y tono.
Chicuarotes (2019)
Gael García Bernal observa a dos chicos de San Gregorio Atlapulco que buscan una salida donde casi no hay puertas. La cámara registra la precariedad post-sismos, los códigos de barrio y la ilusión del golpe de suerte. La promesa de “salir adelante” choca aquí con una realidad que devora; queda la pregunta incómoda sobre las oportunidades que el país reparte.
Tamara y la Catarina (2016)
Lucía Carreras filma en voz baja: dos mujeres —una con discapacidad intelectual, otra arrugada por la soledad— encuentran una ternura inesperada en medio del ruido capitalino. Los silencios pesan, los gestos salvan. Selección de Toronto, es de esas obras que susurran y permanecen.
Los adioses (2017)
Natalia Beristáin retrata la vida y obra de la escritora Rosario Castellanos, pero también la lucha íntima de una mujer por encontrar su voz en un mundo que le exige silencio. Alternando entre su juventud y su adultez, la película construye un retrato honesto de la tensión entre vida personal y vocación intelectual, con una sensibilidad que evita el biopic convencional.
Sin señas particulares (2020)
Fernanda Valadez teje un drama sobre desapariciones que, lejos de regodearse en la violencia, se enfoca en el viaje de una madre que busca a su hijo desaparecido tras intentar cruzar a EE. UU. Con un tono contenido y poético, la cinta habla de ausencias que marcan territorios enteros y del duelo colectivo que atraviesa el México contemporáneo.
El castillo de la pureza (1972)
Ripstein encierra a una familia para “protegerla” del mundo y revela lo monstruoso de esa pureza impuesta. Inspirada en un caso real, la película es claustrofóbica pero poética: paredes húmedas, rutinas que oprimen, una madre que resiste. Una parábola sobre el control y sus fantasmas.
Las niñas bien (2018)
Alejandra Márquez Abella mira los ochenta desde los salones de la alta sociedad: el glamour se cuartea al ritmo de la crisis, las amistades se negocian como acciones. Basada en los personajes de Guadalupe Loaeza, es un retrato elegante y feroz del clasismo con perfume caro.
Aquí entre nos (2011)
Una mañana, Rodolfo decide no ir a trabajar y el orden familiar se descompone con precisión cómica. La ópera prima de Patricia Martínez de Velasco convierte la casa en campo de batalla afectivo: secretos, lealtades torcidas, ternuras a destiempo. Costumbrismo con colmillo, sostenido por Jesús Ochoa y Carmen Beato.
Amores perros (2000)
El debut de Iñárritu —escrito con Guillermo Arriaga— irrumpe como una patada en la puerta: tres historias cruzadas por un choque y por el hilo áspero del amor. Perros, ciudad, deseo y ruina: un mapa moral de la modernidad chilanga filmado con nervio por Rodrigo Prieto. Punto de quiebre para el cine mexicano contemporáneo.
Estas películas no son solo entretenimiento: son memoria, denuncia, poesía y espejo. Algunas se acercan a lo íntimo, otras a lo colectivo; unas retratan la belleza, otras nos confrontan con nuestras peores realidades. Pero todas, de una u otra forma, nos invitan a reconocernos.
El cine mexicano, en su diversidad, es una conversación constante con nosotros mismos. Y estas diez obras son prueba de que, desde distintas generaciones y estilos, seguimos teniendo historias que contar… y la capacidad de contarlas con una voz propia.
Diez miradas que definen el alma del cine mexicano