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'El último viaje': El documental que celebra la vida desde el umbral de la muerte

En la penumbra de un hospital, el doctor Federico Rebolledo sostiene la mano de un paciente que ha decidido no prolongar más su agonía. No habla de muerte, habla de libertad. Su oficio de tanatólogo lo convirtió en una suerte de guardián del umbral, alguien que se atrevió a mirar de frente aquello que la mayoría evita. 

Ese universo íntimo es el que retrata El último viaje, la ópera prima del cineasta Rodolfo Santa María Troncoso. El documental no es sólo una crónica sobre la eutanasia o los cuidados paliativos. Es también un diálogo sobre la vida, sobre cómo el final puede iluminar de otra forma los días que aún nos quedan.

Santa María Troncoso conoció bien a Rebolledo —era su suegro— y pronto entendió que su misión no era oscura ni fatalista, sino profundamente luminosa. “Él provocaba a la gente a pensar en su propia muerte”, recuerda el director. “Y al final lo que hacía era celebrar la vida”. La película se adentra en esa paradoja: hablar de morir para aprender a vivir mejor.

La cámara acompaña al doctor en su tránsito cotidiano: consultas con pacientes terminales, charlas familiares, silencios incómodos. No hay morbo ni solemnidad, sino un retrato sensible de un hombre que se negó a tolerar el sufrimiento ajeno. “Yo lo veía como un luchador —dice Rodolfo—, alguien que no soportaba el dolor de los demás y que convirtió esa causa en su cruzada vital.”

Cuando el cine se vuelve íntimo

El rodaje no estuvo exento de dilemas éticos. Rodolfo recuerda el día en que Federico le llamó para contarle sobre un diagnóstico que cambiaría el rumbo de todo. “Él aún no se lo decía a la familia. Iba a reunirlos en su casa de Querétaro. Yo sabía que era un momento fundamental para filmar, pero no lo hice. Sentí que la cámara sería una invasora.”

La decisión parecía marcar un límite. Pero fue el propio Federico quien lo animó a seguir: “Esto es importante, hay que difundirlo”. Esa insistencia convirtió al documental en un proyecto catártico, donde cineasta y familia se volvieron vulnerables al mismo tiempo.

El rodaje tomó tres años. En ese lapso, la filosofía de Rebolledo dejó de ser sólo un tema de observación y se convirtió en una experiencia encarnada para Rodolfo. “Hablar tanto de la muerte me hizo celebrar la vida”, confiesa. “Disfrutar el contacto con las personas, valorar cada momento. Fue un contagio directo de lo que hacía el doctor.”

El eco social

Más allá de su carácter íntimo, El último viaje abre un debate urgente en México: el derecho a morir con dignidad. En las funciones públicas, la película ha detonado conversaciones espontáneas entre desconocidos. Hay dudas sobre lo legal, lo ético, lo posible. “Existe una gran desinformación —señala el director—. Muchos no saben qué se puede hacer, qué es legal, qué no. Hasta que no vives el sufrimiento de alguien cercano no dimensionas la necesidad de tener opciones.”

Rebolledo falleció hace tres años. Su despedida fue coherente con todo lo que predicó: reunió a amigos, familiares, colegas y pacientes en una suerte de “fiesta de cierre de ciclos”. No dejó problemas ni silencios. Dejó, en cambio, una enseñanza: que incluso el final puede ser celebrado.

“Él era un superhéroe en ese sentido”, dice Rodolfo. “Si había un accidente, se bajaba del coche para ayudar. Escribía, daba conferencias, luchaba todo el tiempo contra el sufrimiento. La película intenta replicar su discurso, pero desde el cine: mostrar que hay distintas formas de vivir y morir.”

Para Rodolfo, El último viaje no fue sólo su primera película, sino también una iniciación. Hoy prepara dos nuevos proyectos: uno sobre la memoria, inspirado en la pérdida de su hermana, y otro sobre la adolescencia como etapa de despertar y definiciones. “Así como el final de la vida concentra todo, la adolescencia también es un momento culminante. Quiero trabajar esas dos fronteras.”

Rebolledo, que muchos apodaban “el doctor muerte”, en realidad era lo contrario: un luchador incansable contra el sufrimiento. Su vida se convirtió en una cruzada para defender que nadie, nunca, tenga que morir solo ni con dolor. Y su último viaje —convertido ahora en cine— nos recuerda que, aunque las leyes se resistan, hay algo que ninguna prohíbe: despedirse con amor.

'El último viaje': El documental que celebra la vida desde el umbral de la muerte
Daniel Mumont 1 de octubre de 2025
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