La película Emilia Pérez ha sido ovacionada en el extranjero y la respalda una ovación de varios minutos de pie en Cannes, así como estrenos en otros de los más selectos festivales de cine como lo es el de Morelia aquí en México, país al que representa pero que ha hecho enojar al punto de que sea más popular esto que el filme en sí.
Dirigida por Jacques Audiard, el filme explora a través del género musical la posibilidad de que un narcotraficante pueda empezar su vida desde cero a partir de volverse una mujer transgénero y cuando esto sucede, piensa en todo el mal que hizo a la sociedad, por lo que decide fundar una ONG que se encarga de buscar restos de desaparecidos.
El tema es sensible en una sociedad mexicana que vive con un miedo latente de que alguno de sus seres queridos simplemente no regrese a casa y escandaliza que el género musical sea el elegido por el francés, sin embargo, es cine de autor lo que él hace y durante su visita a México apeló a la sensibilidad que tienen las canciones para tocar los corazones.
Sin embargo, el filme está lleno de canciones absurdas, con letras chuscas que no evocan sentimientos que permitan una reflexión o una tristeza y las pobres ejecuciones de las voces de los actores tampoco hacen justicia y llega a tornarse incómodo, pero no hay que equivocarse, el director nunca quiso llevar por ese lado al espectador, pues buscó tratar al tema con seriedad y ese es quizá el peor de sus errores; entregar una sátira involuntaria.
También durante su visita a México, Audiard pidió una disculpa por haber hecho una película de este tema con tanta “ligereza”, pero aseguró que cuando se enteró de este lamentable fenómeno social, le pareció triste y hasta alarmante que en Francia y en muchas otras partes del mundo occidental, no se tuviera conocimiento de esto, por lo que decidió poner manos a la obra.
Algunas críticas versan sobre lo desatinado del complejo de “blanco salvador”, pero sus intenciones seguramente fueron buenas, quiso hablarle al mundo de algo que robó su atención y lo logró, conmovió muchos ojos europeos, pero a final de cuentas dejó un mensaje completamente erróneo; en México existen grupos de madres buscadoras que cambian su vida por ir tras el rastro de sus hijos y ningún traficante transicionó para buscar nada, simplemente su argumento no hizo justicia.
Finalmente hay problemas más grandes que el tan criticado español de los diálogos que rebosa en lo poco y radica en que dejó una imagen equivocada de lo que pasa en el país, que representó. El tema de las desapariciones no fue la premisa de la película, Emilia Pérez trata de la redención y la expiación de la culpa de un narcotraficante al cambiar de sexo.
Con lo anterior en cuenta, solo queda decir que la historia puede ser entretenida, pero no ofrece actuaciones conmovedoras ni interesantes y lo más interesante que ofrece es que una vez más se da un vistazo a cómo el mexicano puede dejar de lado toda diferencia cuando de indignación extranjera se trata.
'Emilia Pérez': Una cinta sobre México pero no para los mexicanos