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“Entre mito y memoria: Autos, mota y roncanrol de José Manuel Craviotto”

Hay películas que entretienen. Otras que registran momentos históricos. Y algunas más, como Autos, mota y roncanrol, que se atreven a regresar a un instante que marcó para siempre a la juventud mexicana: el Festival de Avándaro de 1971, el primer encuentro masivo de rock en el país, un suceso que nació como competencia de automovilismo y terminó convertido en un hito contracultural.

La cinta de José Manuel Craviotto reconstruye ese episodio desde el lenguaje del falso documental, combinando formatos analógicos y digitales para sumergirnos en la época y en la mirada de quienes lo vivieron. Entre ficción y crónica, el filme se acerca a los claroscuros del evento: la efervescencia juvenil, la música como estandarte y el caos de una organización que pronto se desbordó.

El elenco sostiene la fuerza narrativa con interpretaciones que huyen de los clichés y se plantan con naturalidad frente a la cámara. Alex Speitzer da vida a El NegroEmiliano Zurita interpreta a Justino Compeán, y Enrique Arrizon completa un triángulo protagónico que respira energía actoral. Junto a ellos, Juan Pablo de Santiago y Sebastián Zurita refuerzan un ensamble que apuesta por encarnar a los personajes sin artificios.

La película encuentra en la fotografía un recurso para acercarnos a los rostros, a los cuerpos en movimiento, a esa multitud que vibró con 12 bandas de rock en el pináculo de La Onda, la corriente contracultural que proclamaba paz, amor, ecología y libertad creativa. El soundtrack avanza con cadencia, marcando el pulso de la narración y recordando cómo el rock se volvió emblema de toda una generación.

El diseño de producción cuida cada detalle: desde la recreación de escenarios hasta la atmósfera sonora que da forma a la memoria. La edición, pieza clave en este ejercicio, mantiene un ritmo ágil que no solo reconstruye los hechos, sino que los convierte en experiencia sensorial.

Avándaro fue pensado como una fiesta deportiva —carreras de autos, patrocinadores, transmisiones televisivas— pero terminó siendo un epicentro de juventud, música y descontrol. Entre 100 mil y medio millón de asistentes se congregaron en torno al rock, mientras México vivía el eco del Halconazo y el fin de una época.

En esa frontera entre el mito y la historia, Autos, mota y roncanrol se coloca como una crónica cinematográfica de lo que fue y de lo que no pudo ser: el retrato de un evento que, al cancelarse las competencias automovilísticas y quedar solo en concierto, abrió paso al primer gran festival de rock en México.

Más que una recreación, la película de Craviotto es un viaje a ese instante irrepetible, donde los jóvenes de los setenta encontraron en la música un espejo y una bandera. Una celebración que, medio siglo después, sigue resonando en la pantalla.

“Entre mito y memoria: Autos, mota y roncanrol de José Manuel Craviotto”
Daniel Mumont 29 de septiembre de 2025
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