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FICM23: El agua que cuenta historias en 'Tiempos de lluvia'

Hay obras que logran detenernos frente a lo esencial, a lo que sostiene silenciosamente la vida. Tiempos de lluvia, de Rocío Ortiz Aguilar, es una de ellas. Su corto documental  que forma parte de la sección michoacana de la edición 23 del FICM, nos lleva a Uranden, una isla cuya existencia late al ritmo del agua, donde los días se miden en temporadas de lluvia y de sequía, y donde la memoria de una comunidad se ancla en el canotaje, la pesca y la lucha por sobrevivir.

La historia de este corto comenzó hace más de una década, cuando Rocío se acercó con la intención de retratar a los campeones de canotaje que habían puesto a su comunidad en el mapa mundial. “Al inicio —recuerda— todo era una curiosidad documental. Me impresionaba que desde un lugar tan pequeño hubieran salido campeones internacionales. Conocí a Juan Carlos, el entrenador, y fue él quien me reveló la realidad: precariedades, falta de apoyos y niños que, entre remar y remar, también tenían que pescar o trabajar en lo que se pudiera para sostener su vida.”

Pero el paso del tiempo fue transformando esa mirada inicial en una preocupación mucho más profunda: el agua, ese elemento vital que todo lo envuelve en la isla, comenzó a escasear. La sequía avanzaba y con ella el riesgo de perder no solo el deporte, sino la forma de vida entera de la comunidad. Fue entonces cuando Tiempos de lluvia tomó forma: no como un retrato deportivo, sino como una defensa de la memoria y del territorio.

Ortiz Aguilar reconoce que una de las decisiones más complejas fue cómo narrar la historia. “No quería que fuera mi voz protagonista —explica—, sino que el espacio mismo hablara, que la isla y su gente marcaran el ritmo. Por eso la voz en off acompaña como una guía, no como un centro. Porque lo que importa es que ellos narren su propio tiempo.”

Esa mirada se nutrió de figuras clave dentro de la comunidad, como Pedro Camilo, quien durante años ha documentado la vida en Uranden y aportó material esencial para hablar de la sequía, o el propio Juan Carlos, quien insistía en mostrar que detrás de los remeros había agricultores, pescadores, padres e hijos. “Ellos no querían que se viera el canotaje como un milagro aislado —dice Rocío—, sino como parte de un modo de existir, de una relación profunda con el agua.”

El resultado es un documental que vibra entre dos pulsos: la abundancia húmeda de la temporada de lluvias, con su neblina y frío envolvente, y el golpe seco de la sequía, donde la supervivencia se vuelve un acto colectivo. El rodaje mismo se extendió por más de doce años, siguiendo estos ciclos naturales, observando cómo la isla respiraba entre estaciones, como si el cine buscara sincronizarse con el latido del agua.

Tiempos de lluvia —resume Rocío— cuenta cómo esta isla ha sido transformada por el cambio climático y cómo, en medio de todo, la comunidad se aferra a rescatar no solo el canotaje, sino su manera de vivir, de relacionarse con la naturaleza y con los otros.”

En un momento donde la urgencia ambiental se siente en cada rincón del planeta, el documental de Rocío Ortiz Aguilar resuena como un llamado poético y necesario. Porque al mirar a Uranden comprendemos que el agua no solo riega la tierra: también guarda la memoria de quienes la habitan.

FICM23: El agua que cuenta historias en 'Tiempos de lluvia'
Daniel Mumont 25 de septiembre de 2025
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