Daniel Mumont
Morelia.- Dentro del marco del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM23) se presentó Olmo, la más reciente película de Fernando Eimbcke, quien deja atrás el tono minimalista y distante de sus primeros trabajos para adentrarse en un melodrama familiar de emociones directas, tensas y profundamente humanas.
Ambientada en Estados Unidos, la cinta sigue a una familia mexicana que enfrenta el deterioro físico del padre, Néstor, enfermo de esclerosis múltiple. Su esposa, Cecilia, asume la carga económica y emocional del hogar; Rosa, la hija adolescente, se debate entre la rebeldía y el resentimiento; mientras Olmo, el hijo menor, intenta conservar algo de normalidad —los amigos, la escuela, la chica que le gusta— mientras la enfermedad desordena la vida de todos.
Néstor es interpretado magistralmente por Gustavo Sánchez Parra, quien ofrece una de las actuaciones más potentes de su carrera. Su cuerpo enfermo se convierte en el centro gravitacional del filme, desde donde se irradian las tensiones del entorno: la culpa, la impotencia, el cansancio, la ternura. Su interpretación, lejos del dramatismo vacío, se sostiene en la vulnerabilidad y en la humanidad que emerge de la pérdida de control.
Eimbcke asume el melodrama sin miedo ni ironía. Aquí las emociones no se reprimen: se desbordan, se contradicen, chocan entre sí. El director utiliza los códigos del género —el conflicto doméstico, los estallidos de frustración, la intimidad quebrada—, pero los sitúa en una realidad reconocible, donde los personajes no buscan redención, sino apenas la manera de sobrevivir.
La familia de Olmo no encuentra una salida clara. Apenas aprende, con torpeza y cansancio, a adaptarse a la enfermedad del padre y a tomar nuevas actitudes frente a una realidad irreversible. En ese proceso, el hogar deja de ser refugio para convertirse en un campo de aprendizaje forzado, donde cada gesto, por mínimo que sea, se vuelve un acto de resistencia.
Con esta película, Fernando Eimbcke entrega su obra más frontal y emocional. Olmo termina siendo un melodrama sin concesiones, donde la ternura y la rabia conviven en un mismo espacio, donde el amor no salva, pero siempre sostiene.
FICM23: OLMO de FERNANDO EIMBECK RESEÑA