La comedia es un género que tiene el poder de unir a las personas a través de la risa y la reflexión, y cuando se combina con temas que tocan la fibra emocional de la audiencia, el resultado es aún más memorable. Este es precisamente el caso de "La Fiesta", una comedia gay de los años 90 que ha regresado con una versión mexicana que explota de diversión y nostalgia.
Lo que hace que "La Fiesta" sea tan especial es su capacidad para sumergir al público en el ambiente gay de la Ciudad de México de los años 90. La empatía que se logra con la audiencia es inmensa, ya que todas las referencias y elementos de la cultura gay chilanga de la época cobran vida en el escenario.
Desde telenovelas hasta estrellas musicales, bebidas icónicas, moda, películas, políticos, lugares emblemáticos como la Zona Rosa, revistas, antros y mucho más, todos estos elementos se entrelazan para crear un telón de fondo auténtico y entrañable.
La trama de la obra se mantiene en los años 90 porque busca ofrecer una reflexión sobre cómo era la vida gay antes de la era de las redes sociales y la omnipresencia de los teléfonos móviles. La obra pinta un retrato de una época en la que las relaciones eran más personales y auténticas, sin las distracciones digitales que caracterizan nuestra era actual.
Además, la obra se ha enriquecido aún más con la incorporación de Anturios, una pintura de gran formato creada por el talentoso artista Alex Van Roe. Este elemento agrega una dimensión visual fascinante al montaje y marca el inicio de un emocionante proyecto de una galería escénica rotatoria que contará con la participación de diversos artistas plásticos invitados cada mes.
"La Fiesta", escrita por David Dillon, nos permite asomarnos de manera casi voyeurista a la reunión de un grupo de amigos, en la que, de manera natural y sin prejuicios, sus vidas, amores, experiencias e ilusiones salen a la luz. La obra celebra el amor y el gusto por la vida de manera auténtica y conmovedora.
'La fiesta' regresa triunfalmente mas mexicana que nunca